¡80.000 sociedades domiciliadas en Gibraltar!
Gibraltar es la nueva isla Tortuga. ¿Tan difícil sería cortarles a estos piratas el agua, la luz y el teléfono, y cerrarles la verja?
Había que ser más progres y pacifistas que nadie. Todo lo que había hecho el franquismo era malo. Así que en 1985 Felipe Glez, el mismo que acaba de ser nombrado hijo predilecto de Sevilla por un alcalde del PP, decidió abrir la verja de Gibraltar y permitir el tráfico de personas y mercancías. "¡Todos hermanos!", como decían algunos españoles de la comarca, deseosos de ganarse unas monedas.
Un párrafo de un artículo del catedrático L. Gonzalo, que da unos datos y explicaciones sobre cómo Gibraltar se ha convertido en la nueva isla Tortuga... sin que las autoridades españolas muevan un dedo.
¿Y cuál es el resultado de la blanda actitud española desde que, en 1985, se efectuara la incomprensible y gratuita apertura de la verja? Pues que Gibraltar es hoy una colonia que goza de un amplio autogobierno y que como parte de la Corona Británica pertenece a la Unión Europea, aunque no al mercado único, lo que la libera del cumplimiento de un conjunto de normas comunitarias que perjudicarían su privilegiada e irregular economía. Sus actuales seis kilómetros cuadrados sirven de soporte físico para la domiciliación virtual de entre 55.000 y 80.000 sociedades mercantiles offshore, según las fuentes, entre las cuales hay compañías de seguros, bancarias, especializadas en la formación de trust y de registro de buques, pudiendo estimarse en más de 5.000 las inmobiliarias propietarias de viviendas en la Costa del Sol y en el Algarbe portugués. Parece que las mafias rusas son las principales usuarias de las compañías offshore y que Gibraltar ha llegado a ser el quinto inversor en Rusia por orden de importancia, después de Estados Unidos, Chipre, Alemania y Holanda (J.M. Martínez Selva, Los paraísos fiscales, 2005). El intenso contrabando de tabaco y el tráfico de drogas son, por otra parte, sobradamente conocidos, como la conversión de su territorio en dique para arriesgadas reparaciones de los submarinos nucleares de la Royal Navy. Hay allí trabajo sucio hasta para los monos. Además, Gibraltar se ha convertido en lo que para algunos es la capital mundial de las ciberapuestas (bingo, póquer, apuestas deportivas y otros juegos de azar por internet), al margen de cualquier participación fiscal en sus sustanciosos rendimientos por parte de países que, como España, mantienen el monopolio público del juego. En suma, que el Peñón de la Discordia se ha convertido en uno de los más prósperos limbos tributarios del mundo gracias a nuestra inexplicable tolerancia y al hecho de haberse renunciado a la firme estrategia política, económica y diplomática diseñada en los años sesenta del pasado siglo, antes de que la misma diera sus esperados frutos a favor de los legítimos intereses de España. ¡Ay, si don Fernando María Castiella levantara la cabeza!
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