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lunes, 11 de junio de 2012

Todos contra el fraude: Mileuristas del juego

Si alguien tenía prevenciones y mitos sobre el juego, al conocer a los nuevos apostantes, éstos se caen de golpe. El perfil esclerotizado del jugador de bingos y casinos se ve revitalizado por un nuevo tejido social poblado por hombres y mujeres universitarios, menores de cuarenta años, aficionados al deporte «y con ganas de estar en grupo, socializando con amigos», resumen Emilio y Marta, jugadores mileuristas habituales.

El perfil del «apostador» es cada vez más joven y culto, alejadísimo de la posible ludopatía. «Es sólo un acto social, divertido y con posibilidad de ganancia», añaden los jóvenes apostadores que «en lugar de ver un partido en el bar lo ves en un lugar como el Canoe, te tomas una copa con los amigos y tienes el plus de sumar algo a tu nómina mensual». Emilio y Marta tienen 27 y 30 años, respectivamente. Él es ingeniero; ella abogada. «Formamos parte de una peña o grupo que llega a apostar mensualmente unos 1.500 euros». Ambos son mileuristas y amigos desde la adolescencia. Llevan más de tres años acudiendo al mismo local a apostar de modo presencial –«como abogada, tengo reservas con el juego por internet», confiesa Marta–. El citado club pertenece a Codere, multinacional española, referencia en el sector del juego privado en Europa y Latinoamérica, «con más de 20.000 empleados, que cotiza en Bolsa en España y gestiona más de 55.000 puestos de máquinas, 186 salas de juego, 3 hipódromos, 898 puntos de apuestas en medio mundo y desarrolla juegos on-line en Italia y España, donde dispone de licencias», resume Luis Miguel Cabeza de Vaca, del gabinete de presidencia de la multinacional.

«Apuesto porque le da otro aliciente a mi afición por el deporte», sentencia Emilio. Marta lo matiza: «Formamos parte de una generación que ha hecho baloncesto, balonmano, natación o fútbol. La competición deportiva ha estado presente en nuestras vidas, en lugar de ir al quiosco a echar la quiniela a nuestros padres, o hacer porras en los bares, nos juntamos en un acto social, apostamos, ganamos y perdemos, mientras vemos buen deporte y nos tomamos una copa o cenamos. Las ganancias siempre cubren las pérdidas y resultan un plus a nuestros sueldos de no más de mil euros mensuales». Luis Miguel Cabeza de Vaca añade otro aliciente: «En fútbol, ofrecemos la posibilidad de hacer apuestas en 390 ligas y todas las competiciones disponibles, amén de una gran oferta de directos». Imposible resistirse, claro

Nadal contra Ferrer, la posición de España en la Eurocopa o las posibilidades de Lorenzo en MotoGp. Todo les vale a estos treintañeros, pero siempre en «vivo y directo, de lo contrario no tiene gracia».

¿Riesgo de adicción?
Emilio lo hace por corazonadas, y Marta, «como buena mujer, soy más metódica, apuesto según las posibilidades de cada deportista». Ninguno tiene miedo al pozo tenebroso de la adicción, porque para ambos «es un juego, con sus límites y sin el peligro de habernos convertido en ricos en ninguna apuesta, por lo que no hay posibilidad de enganche». Cubren inversión con beneficios y pasan las tardes de los fines de semana: «A veces solos», apostando menos, según refiere Emilio, o desde luego con más emoción, en grupo y «apostando más cantidad, y compartiéndolo». Eso sí, resumen ambos: «Tenemos nuestros límites. Nunca hemos llegado a los 2.000 euros». Así hablan mientras afilan sus uñas ante la Eurocopa y los Juego de Londres. «Ya estamos en ello», dicen antes de hacer sus apuestas.

La conversación transcurre en la semana de la legalización de las «punto.es», que resultan ser una de las mayores revoluciones de la historia del juego en nuestro país, porque muchos jugadores llevaban tiempo apostando en las «punto.com» sin demasiadas garantías.
Desde ahora, 55 empresas como Codere están autorizadas para operar en nuestro país y desaparecerá la oferta de portales de apuestas que no hayan sido regulados. Se prevé que el juego on-line pueda generar este año en España un volumen de negocio en torno a los 11.000 millones de euros y unos beneficios de alrededor de 500 millones.

El filósofo y escritor Fernando Savater, conocido amante de las carreras de caballos, no es ajeno al mundo de las apuestas: «Apuesto, desde luego, forma parte del espectáculo y sirve para mantenerlo, aunque muy poco porque si se apuesta mucho ya no ves la carrera sino tu dinero en peligro corriendo por la pista. Tengo amigos que juegan muchísimo más que yo. Antes se apostaba en los hipódromos o en los “bookmakers” (corredores de apuestas fundamentalmente hípicas) y parte de lo jugado iba destinado al mantenimiento de las carreras y del hipódromo; pero ahora las agencias de apuestas están domiciliadas en Chipre, Malta o las Islas Caimán y sus ganancias no sirven para apoyar el deporte, por lo que están causando un grave daño a las carreras, comprometiendo su supervivencia en algunos países».

La familia García Pelayo, asistida de un concienzudo sistema estadístico, hace más de cien apuestas diarias en el mundo deportivo y se reconocen asiduos de las «punto.com». El patriarca del clan, Gonzalo, aclara: «Internet es una calle y está llena de tiendas. La verdad es que a nosotros no nos ha dejado de pagar ninguna punto.com. Son bulos para desprestigiar el juego. Pero sin duda celebro que se legalicen en España».

Para comprender mejor a esta familia de apostadores profesionales, el padre resume: «Yo juego contra jugador porque es como el ajedrez, que es la base de todo. Contra la casa es matemáticamente difícil ganar, como en la ruleta de un casino. Prefiero apuestas como el póker, que son jugador contra jugador o las deportivas, en las que hacemos lo mismo».

Para esta familia de jugadores profesionales –«no me ofende el término, porque es lo que nos define», dice– cualquier juego es una apuesta, siempre partiendo del ajedrez, que es la matriz de todas las posibilidades. Aunque sea una apuesta sin participación económica, porque es inherente al hombre. Ya en el Evangelio se jugaron las vestiduras de Cristo», resume Gonzalo García Pelayo, que con toda su familia, no sólo ha desbancado los grandes casinos del mundo, sino que son protagonistas de una película con rockero apelativo: «The Pelayos».

Tanto los García Pelayo como Emilio y Marta desgranan los casi treinta tipos de apuestas distintas –llamadas mercados– en las que se puede arriesgar el dinero y donde un profano no se aclararía: más allá del resultado en el primer tiempo o el exacto al final del partido, las probabilidades se dividen en muchos parámetros, como quiénes van a meter el primer gol en un intervalo exacto de minutos, el posible número de tarjetas, la cuantificación de córners o el números de expulsados.

Apuestas legales

El juego ilegal no va con la gran familia de las multinacionales como Codere –con presencia en las cinco comunidades autónomas en las que se pueden operar apuestas deportivas: Madrid, País Vasco, Navarra, Aragón y ahora la Comunidad Valenciana–. Si en países como Italia ha saltado la liebre de la compra de partidos, «a las empresas afianzadas, no nos interesa este tipo de trampas ya que, al final, el que paga es la casa de apuestas. Además, con estas prácticas sólo se consigue matar la emoción de las apuestas», resume Luis Miguel Cabeza de Vaca.

A tenor de todo lo expuesto y de los más de 600.000 españoles que apuestan en la actualidad on-line se hace difícil comprender los motivos por los que el juego virtual debe pagar menos impuestos (25%) que las apuestas tradicionales: «No se comprende, sobre todo debido al peso de la industria del juego presencial en España, que representa cerca de un 1% del PIB y emplea directa e indirectamente a más de 100.000 trabajadores», resume Carlos Lalanda, fundador del Despacho Loyra Abogados, experto en derecho del juego.

Sea como fuere, apostar, jugar, es algo inherente al ser humano. Toda la existencia del hombre es mero destino. Sencilla apuesta. Una simple y llana partida entre la vida y la muerte.

Menos impuestos on-line
Según Luis Miguel Cabeza de Vaca, del Gabinete de Presidencia del operador multinacional Codere, «la industria del juego de azar en nuestro país tiene un importante peso en la economía. Según datos del 2011, representa alrededor del 1 % del PIB». Emplea directa e indirectamente a más de 100.000 trabajadores y aporta más de 5.000 millones de euros a las distintas administraciones públicas. Tanto por vía de impuestos de juego como por otras modalidades tributarias, ha gestionado más de 30.000 millones de euros al año.
Aunque satisfechos de las nuevas licencias «punto.es», desde la multinacional advierten que quedan algunos aspectos como: tratar de compensar las diferencias entre el juego on/offline en cuanto a tributación; la necesidad de que las distintas CCAA amplíen sus catálogos de juego que permita a las empresas modernizarse y las posibilidades de desarrollo publicitario.

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