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domingo, 3 de junio de 2012

"A veces me pregunto si no sería una buena idea una suspensión de dos o tres años del fútbol, visto el caos, porque es especialmente triste que un deporte que debe ser expresión de altos valores se presente como un concentrado de aspectos deplorables como la deslealtad, la ilegalidad y la falsedad". Estas rotundas declaraciones pertenecen al primer ministro italiano, Mario Monti. Es la primera vez en la historia del balompié transalpino que un alto cargo político plantea la posibilidad de suspender la práctica profesional de este deporte. Esta situación refleja la trascendencia social que ha adquirido el enésimo fraude en el calcio. "¡Es una vergüenza! Fuera de Coverciano -lugar de concentración de la selección italiana ante de la Eurocopa-, el otro día, había cámaras desde las seis de la mañana -esa misma mañana la policía detuvo a Domenico Criscito, que estaba concentrado con la selección-”. Gianluigi Buffon, capitán y símbolo de la selección e investigado por su supuesta implicación en una trama de fraude por valor de más de un millón y medio de euros, se quejó de la complicidad entre prensa y policía en la detención de su compañero y añadió en su exposición que "está confirmado que ya no puedo hablar con la cabeza y el corazón, la gente de bien, sin esqueletos en el armario, no puede decir lo que piensa, el mundo va como va y me parece que va mal". Esta serie de declaraciones representa el ojo del huracán que ha sacudido al fútbol transalpino: un nuevo caso de amaño de partidos ha salpicado a varios clubes, al entrenador de la Juventus, Antonio Conte, al capitán de la selección que va a jugar en la próxima Eurocopa, y la lista de implicados todavía no está cerrada. En tierras italianas no se recuerda que un coche de la policía judicial haya entrado nunca en las instalaciones de la federación de fútbol para llevarse detenido a un jugador, Criscito, que automáticamente fue excluido de la lista de convocados para el evento continental de naciones más importante. Además, el capitán de la Lazio, Stefano Mauri, también fue arrestado. "Parece que el problema principal de este país es el fútbol, cuando hace días se ha destruido una región casi por completo -en referencia al terremoto acontecido en la zona norte de la península-", denunciaba Buffon. El rol que juega el fútbol en la sociedad italiana es de sobra conocido, tanto por sus nexos económicos -Bersulconi preside el Milan desde los ochenta y el afamado productor de cine De Laurentiis hace lo propio en el Nápoles- como por las conexiones identitarias de la batalla metafórica entre el norte y el sur del país. Giancarlo Abete, presidente de la Federación de fútbol italiana reforzó la idea del siguiente modo: "El fútbol está en la sociedad civil italiana y esto no es ni mejor ni peor". El cáncer que constituyen las tramas de apuestas ilegales y amaño de partidos no es nueva en Italia. Y su vinculación con los tentáculos de la mafia, tampoco. El primer bombazo a la imagen del balompie transalpino estalló en 1980. En marzo de aquel año, un frutero de Roma llamado Massimo Cruciani presentó una denuncia por estafa a la policía. Cruciani y Alvaro Trinca, dueño de un famoso restaurante en la capital romana, contactaron con algunos jugadores de la Lazio con el objetivo de amañar la quinielas clandestinas relacionadas con el crimen organizado. Esta denuncia constituyó el primer paso de la investigación que condujo al "totonero" (quiniela negra). El escándalo implicó al presidente del Milan -equipo sancionado con el descenso de categoría-, detenido junto a Paolo Rossi -el mejor jugador del Mundial de 1982-, que fue inhabilitado dos años. Curiosamente, tras superar el shock, Rossi y algunos de los implicados en esta trama ganaron el Mundial dos años más tarde en España. El último proceso fraudulento llevó a la Juventus a la Serie B por primera vez en su historia. Luciano Moggi ejerció de ideólogo en la compra de partidos en una trama que se destapó a travvés de conversaciones de directivos de Juventus, Milan, Fiorentina y Lazio, entre otros, con el desginador arbitral de la temporada 2005-2006. Con el campeón de liga sancionado con un histórico descenso y la limpieza de la competición una vez más en entredicho, la selección convocada para el Mundial de Alemania ganó a todos. Una vez más, cuando el calcio sufría por sobrevivir a un nuevo golpe, la nazionale tocaba la gloria absoluta. A una semana del comienzo de la Eurocopa de 2012, la selección transalpina va a abandonar su concentración en la localidad de Coverciano con la incertidumbre como equipaje. El seleccionador Césare Prandelli viajará a Gdansk para preparar el primer partido del torneo ante España sin saber si la policía judicial italiana detendrá a Gianluigi Buffon, el alma mater de su equipo. El portero de la Juve denfedió a su entrenador -implicado en el amaño del Siena-Novara, que concluyó en empate- del sigueinte modo: "Si dos equipos quieren jugar a empatar es cosa suya. A veces se dice que dos heridos son mejor que un muerto". Tras esta declaración, el guardameta italiano se ha convertido en el centro de las pesquisas. Su seleccionador ha querido quitar hierro al asunto señalando que "si nos dicen que por el bien del fútbol, la selección nacional no debe ir a la Eurocopa, no habría problema". Italia, un país sacudido por la crisis, por la latente presencia de la mafia en el devenir diario de algunas regiones de la nación, ve como uno de sus nexos de unión patrios se vuelve a descomponer bajo el fraude. "A veces me pregunto si no sería una buena idea una suspensión de dos o tres años del fútbol, visto el caos", decía el primer ministro. "La única cosa despreciable en este país es que una persona como Monti se atreva a decir lo que dice", denunció el presidente del Palermo, Maurizio Zamparini. No en vano, el fútbol representa uno de los amores eternos del país más pasional del viejo continente.

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